15 de mayo de 2008

El Nombre Encontrado

En la sierra mexicana de Nayarit había una comunidad que no tenía nombre. Desde hacía siglos andaba buscando nombre esa comunidad de indios huicholes. Carlos González lo encontró, por pura casualidad.
Este indio huichol había venido a la ciudad de Tepic para comprar semillas y visitar parientes. Al atravesar un basural, recogió un libro tirado entre los desperdicios. Hacía años que Carlos había aprendido a leer la lengua de Castilla, y mal que bien podía. Sentado a la sombra de un alero, empezó a descifrar páginas. El libro hablaba de un país de nombre raro, que Carlos no sabía ubicar pero que debía estar bien lejos de México, y contaba una historia de hace pocos años.
En el camino de regreso, caminando sierra arriba, Carlos siguió leyendo. No podía desprenderse de esta historia de horror y de bravura. El personaje central del libro era un hombre que había sabido cumplir su palabra. Al llegar a la aldea, Carlos anunció, eufórico:
-¡Por fin tenemos nombre!
Y leyó el libro, en voz alta, para todos. La tropezada lectura le ocupó casi una semana. Después, las ciento cincuenta familias votaron. Todas por sí. Con bailares y cantares se selló el bautizo.
Ahora tienen cómo llamarse. Esta comunidad lleva el nombre de un hombre digno, que no dudó a la hora de elegir entre la traición y la muerte.
-Voy para Salvador Allende dicen, ahora, los caminantes
.
Eduardo Galeano - Montevideo - Uruguay

7 de mayo de 2008

Oh, Vida!


... la vida es muy complicada.
Por eso es que le dirán vida,
¿no?
Ernesto Mejía Sánchez
Maestra vida, camará,
te da y te quita
y te quita y te da
Rubén Blades
Que la vida no acorte el ritmo
ni la elegancia de tu paso
Que la vida no te borre el instantáneo
esplendor de la sonrisa
Que la vida no te quite la firmeza
para mirar al enemigo
Que la vida no te quite las ganas
de darle un pellizco
una mordida
una nalgada
a la vida

Que la vida no te vaya a fosilizar
el abrazo que les das a los amigos
Que la vida no te cuartee demasiado
la ternura
Que la vida no te convenza para que dejes
de llamar al pan pan
y al vino
ya tú sabes

Que la vida no te tramite a su gusto
el tiempo que te corresponde
(sobre todo si es pésimo el gusto de la vida)
y que la vida en general
no te tramite


Que la vida no te quite del todo
la timidez que te protege
Que la vida no encorve
tu figura
de tragaespadas de feria
(Que la vida te jorobe sólo
lo estrictamente necesario)

Que la vida te permita vender tus versos
pero sólo por amor por una tarde
y bajo palabra de que te serán devueltos
otra tarde y otro amor

Que la vida no te dé esa mirada retorcida
que parece haberle dado a aquel
que está ahí nadando en su propia tinta
(en la tinta de sus versos
pobrecito)

Que la vida no te deje caer en la tentación
de no tener tentaciones
Que la vida no te fragmente
ni te parrafee
ni te capitule

Que la vida no te sople al oído las respuestas

Que la vida no te pida
que no le pongas mucho a la vida
Que la vida no te deje escribir
por ejemplo "se ofertan tales cosas"
ni
"en el ofertorio de sus caricias"
porque ambas son barbaridades polares
de la lengua
Que la vida no te dé una lengua
que puedas pisar
(ni siquiera con esa "elegancia de tu paso"
ya citada en la segunda línea)


Que la vida te siga dando estas ganas
de luchar por la vida
Que la vida no te convierta en una computadora
ni en una cassettera
ni en una máquina de escribir
(ni siquiera bajo la promesa
de que escribirás poemas impecables)
Es más
que la vida no te deje escribir
poemas impecables


Que la vida no te dé esa solemnidad
de académico
ni esa barbita de poeta respetable
Que la vida no te deje ser un poeta
a tontas y a locas
Que la vida no te quite esas virtudes
por las que algunos te odian
Que la vida te quite esos defectos
por los que algunos te aman
(o por lo menos te soportan)

Que la vida no se vaya a confundir
en las dos últimas peticiones
porque sobrevendría un desastre
de esos que ahora llaman ecológicos

Que la vida no te dé la memoria
del elefante
para que no te acusen de autosuficiencia
Que la vida no te dé el cuello
de la jirafa
para que nadie se queje
de que los has mirado desde arriba
Que la vida no te dé la coloración
cambiante del compañero camaleón
a no ser cuando estés tendido
con tu escuadra
junto a los verdaderos compañeros
bajo la aviación enemiga


Que la vida no te haga vivir
sólo de recuerdos
Que la vida no te deje olvidar
las miserias de otros tiempos
Que la vida no te quite el orgullo
de haber nacido pobre

Que la vida te aleje
de los pobres de espíritu
porque de ellos será el reino de los cielos
pero no éste


Que la vida no te sobrecoja
salvo con los milagros cotidianos de la vida
Que la vida no te sorprenda
más de 24 veces por segundo
Que la vida no suspenda
el partido por lluvia
Que la vida no te dé tregua

Que la vida te dé otras noches
tan claras y tranquilas como ésta
para escribir poemas
donde le pidas cosas a la vida


Víctor Casaus
La Habana, Cuba
10 de Marzo 1944







El oro

Si el oro prolongase nuestro años.
El oro sin cesar adquiriría,
Y al mirar ante mí la helada Muerte,
Toma todo, dijérale en seguida;
Toma, y déjame en paz
¿pero a qué sirve el bien mayor
que forma nuestra dicha?
Con la muerte ese oro nada puede;
Y si es la muerte inevitable, impía,
Y es la Parca feroz y es inhumana,
¿Para qué quiero avaro sin medida
Acumular el oro? Los placeres
Que en la mesa se gozan: las delicias
Al lado de una hermosa a quien se ama,
¿No son tesoro de mayor estima?
¿Qué hallar el hombre en su existencia puede,
Que más resuma las humanas dichas?

Anacreonte
(Teos de Lidia, actual Grecia, s. VI a.C.-id., s. V
a.C.)

pasajeros entre palabras fugaces